El 06 de julio de cada año celebramos el DIA DEL MAESTRO, como muestra del enorme agradecimiento que todos los peruanos le debemos a los maestros como forjadores indesmayables de las generaciones llamadas a regir los destinos de nuestra querida patria.
Sin la generosa guía del Maestro nuestra sociedad habría avanzado poco. Él es un motivador de la transmisión y creación de cultura. Él pone los más sólidos cimientos de la civilización de la época.
El maestro, en el más templado valle o en las frígidas punas o en las cálidas selvas o sumido en la sociedad de las aldeas o en el bullicio de las ciudades, lleva la antorcha que ilumina las mentes, que anima los espíritus, que abriga los corazones para unir a los hombres en la marcha hacia el progreso. Cual cristo, sobrelleva calumnias, ingratitudes, odiosidades, incomprensivamente y tantas otras flaquezas humanas. Las conlleva henchido de amor, caridad, aspiración y fe con los ojos puestos al porvenir de la comunidad. Es un héroe de primera magnitud. Sus triunfos en las batallas de la vida lo vemos en cada uno de nosotros. Todos los que tuvimos la suerte de recibir la influencia de un maestro somos hechuras de él. No podemos negarlo. Sin su ayuda sublime no habría médicos, sacerdotes, técnicos, oficinistas, ni ministros, ni periodistas, ni nadie cuyos ojos pueden descifrar el alfabeto. Resulta irónico a veces que algunos profesionales o personas quieran valer más que un maestro, por su servicio a la sociedad. Pueden otros tener mayor caudal económico pero no la riqueza espiritual que caracteriza al maestro autentico.
En el Perú, cada 6 de julio se festeja el “Día del Maestro”, en recuerdo a la creación de nuestra primera Escuela Normal, por el generalísimo Don José de San Martin. Aquella Escuela Normal Superior de la Cantuta que se convirtió en Universidad Nacional de Educación y cuyo prestigio ha sobrepasado los límites de América para orgullo de todos los peruanos, no obstante al egoísmo y temor de muchos. La historia de esta institución es la misma del magisterio nacional desde que es su “Alma Mater”, felizmente orientada a mejor destino.
Antes, pudo creerse que cualquiera podía ser maestro. Ahora, no es así. Está camino a la profesionalización, a la dignificación. Cada vez se ve rodeada de mayores derechos, como se los merecen los maestros, después de tanto olvido por parte del Estado.
En los jardines, Escuelas, Colegios y Universidades está presente el Maestro, ávido no sólo de transmitir conocimientos fríos para cosechar eruditos, sino aún más, para insuflar espíritus y dar a la patria ciudadanos dignos, hombres formados en su amplitud cabal. Por eso la gratitud y consideración de sus discípulos y comunidad están comprometidas.
Los hombres y los pueblos que olvidan o desdeñan a sus maestros son hombres o pueblos oscuros que se niegan a sí mismos. Por cuyo error el Maestro podrá perdonarlos pero los destinos del hombre y del pueblo jamás variarán.
HIMNO AL MAESTRO.
Cantemos un himno
devoto y vibrante
que lleve en sus notas
veraz gratitud,
que surja en mi pecho
cual flama radiante
recordando siempre
tu fe y tu virtud,
porque eres, maestro,
mi guía y mi luz.
Tú sigues la senda
del buen Nazareno;
tus sabios consejos
me inclinan al bien,
Tú siembras celoso
feraz cementera
que un día orgulloso
verás florecer,
porque eres maestro
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