(Cuento Andino)
Un
día el pukupuku y el gallo discutían sobre quién tenía derecho de anunciar con
su canto la llegada del nuevo día.
Discutieron
y discutieron pero ninguno quería ceder su derecho al canto mañanero y
acordaron llevar sus quejas a conocimiento de las autoridades del pueblo.
En
el camino el gallo hizo amistad con un ratón que le pidió un poco de cancha
(maíz tostado) para sus hijitos que sufrían hambre; a cambio tenía que
acompañar y ayudar al gallo hasta que acabase el juicio.
Cuando
llegaron al pueblo, se fueron al despacho del juez.
¾ Señor juez – digo el
pukupuku – yo tengo el derecho de anunciar con mi canto la llegada del nuevo
día. Mis antepasados hicieron lo mismo. Ahora, este gallo, trata de usurpar mis
derechos.
¾ Bien, presente su
demanda por escrito dijo el juez.
¾ Señor juez, yo he
adquirido el derecho de cantar al amanecer porque mis padres han conquistado
este país dijo el gallo.
¾ Presente su alegato
por escrito – volvió a decir el juez.
Los pleitistas se fueron a preparar sus
reclamos y luego los entregaron al juez.
¾ Bien, mañana se verá
y resolverá vuestra demanda – les manifestó el juez.
En el alojamiento el ratón tomo la
iniciativa.
¾ ¿Qué te parece
gallo, si voy a robar el recurso del pukupuku y lo hago desaparecer; y le robo,
también, la copia que debe tener en su equipaje?
¾ ¡Magnífico!
¡Espléndido!-, dijo el gallo y se puso contento.
El ratón se fue al despacho del juez; entró
por un hueco, subió a la mesa; encontró el papel y lo ratoneó hasta hacerlo
añicos.
Luego, el ratón fue al alojamiento del
pukupuku, lo encontró dormido. Buscó y encontró la copia de la queja y se la
llevó para destruirla delante del gallo.
Al día siguiente los tres se presentaron
ante el juez, quien preguntó con voz firme:
¾ ¿Quién es el
demandante?
¾ Yo, señor juez dijo
el pukupuku.
¾ ¿Dónde está su
escrito? Preguntó de nuevo.
¾ Lo entregué ayer.
Usted lo puso sobre la mesa. El juez buscó y no lo encontró.
¾ No esta aquí le dijo
¿No tiene la copia?
¾ Si, debo tenerla. El
pukupuku buscó en su atado y no halló la copia. Entonces el juez se dirigió al
gallo.
¾ ¿Dónde está su
recurso?
¾ Debe estar en la
mesa, señor juez.
El juez buscó y encontró el papel, y junto
con él papeles ratoneados.
¾ ¡Ajá!, dijo el juez
y pensó para sí, “estos me están haciendo trampa”; y llamó al ratón. Este se
acercó temblando de miedo.
¾ Estos papeles
picados son obra tuya. ¡Confiésalo!
¾ Si señor juez, yo lo
hice para ayudar a mi amigo el gallo.
Ante la confesión del delito, el juez
preparó la sentencia y declaró a nombre de la Ley lo siguiente:
“El gallo es condenado a vivir para siempre
preso en las casas por intruso y el pukupuku vivirá libre. Pero ambos seguirán
anunciando la llegada del nuevo día, con cada amanecer”.
Adaptación de Prof. Luz Marina Mamani Chahuares.
El pukupuku es un
ave pequeña, del tamaño de una paloma mensajera. Esta ave grita: ¡Pukuy, pukuy,
pukuy! Y dicen que antiguamente en tierras del altiplano y de los andes no
había gallos ni gallinas; antes de que llegasen los españoles solo el pukupuku
hacía despertar y daba las horas a la gente.