Has
pensado ¿qué sería de los niños si no tuvieran nombre, nacionalidad, familia,
educación, atención médica, etc.? La Asamblea General de la ONU pensó en
derechos de los niños y escribió la Declaración Universal de los Derechos del
Niño para que los países del mundo, las autoridades y los padres ¡no los
olviden nunca!
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Todos
los niños – sin importar su raza, sexo, idioma, religión, nacionalidad,
posición económica u otra condición – gozaran de los derechos de esta declaración.
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La
ley velará para que el niño sea protegido y pueda desarrollarse física, mental,
moral, espiritual y socialmente, en forma saludable, libre y digna.
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Desde
que nace, el niño tiene derecho a un nombre y a una nacionalidad.
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Incluso,
durante su desarrollo en el vientre materno y después de su nacimiento, tiene
derecho a una buena atención médica. También a la alimentación, vivienda y
recreo.
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Todo
niño con impedimento físico, mental o social debe recibir tratamiento,
educación y cuidado, según sea su caso.
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Los
padres deben cuidarlo con amor, ¡así formaran su personalidad!; sobre todo la
madre, de quien depende al nacer. Un niño sin familia es responsabilidad de la
sociedad y las autoridades.
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La
educación, en las etapas elementales, es gratuita y obligatoria para el niño.
Los padres y la sociedad son responsables de que esto ocurra.
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Bajo
cualquier circunstancia, se brindará primero protección y socorro al niño.
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El
niño debe ser protegido contra todo abandono, crueldad y explotación que
perjudique su salud, educación, desarrollo físico, mental o moral.
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Además
debe ser educado en un espíritu de tolerancia, paz y amistad entre los pueblos,
y con plena conciencia de ser mejor para servir a la sociedad.
Esta
declaración fue aprobada el 20 de noviembre de 1959, por la Organización de las
Naciones Unidas.