viernes, 7 de junio de 2024

BATALLA DE ARICA.

Durante el siglo XIX, uno de los acontecimientos más resaltantes para nuestra patria fue la guerra librada con chile, la cual fue denominada guerra del pacífico. El 7 de junio de 1880 es la página más lúgubre en la sangrienta Guerra del Pacífico. Allí se demostró el valor del peruano cuando trata de poner a salvo el honor nacional. El Perú vivía un ambiente de tranquilidad con los países vecinos. No nos imaginamos cómo, desde hacia 10 años, los chilenos vigilaban cautelosos nuestro desenvolvimiento para sorprendernos una declaratoria de guerra: la ambición de nuestros contrincantes crecía para adueñarse de las salitreras de Tarapacá y Antofagasta. Nuestra marina, después de los cruentos combates de Iquique y Angamos estuvo aniquilada. Los chilenos dueños del mar, ocuparon Pisagua, el 2 de noviembre de 1879. Avanzaron a Tarapacá y perdieron en la lucha ante nuestras compatriotas. No contentos con la perdida siguieron en plan de ataque hacia Tacna. En el Alto de la Alianza lograron desbaratarnos. Desde entonces salíamos en la batalla no a vencer sino a morir con altivez y dignidad en resguardo de la integridad territorial. Los enemigos sabían de la débil guarnición que defendía Arica, incursionaron, mientras Bolognesi y los suyos fortificaban la plaza. El 5 de junio se sucedieron las primeras hostilidades. El rugir de las balas eran continuas, el 6 enmudeció. El regimiento chileno avanzaba hacia la Plaza. El mayor Juan de la Cruz Salvo pedía nuestra rendición, en los siguientes términos: el general en jefe del ejército chileno, deseoso de evitar un inútil derramamiento de sangre y después de haber vencido al grueso del ejercito aliado, me envía a pedir la rendición de esta plaza, cuyos recursos en hombres, víveres y municiones conocemos. Ellos hacían alarde de su superioridad numérica: 7000 soldados, con 400 cañones. Los nuestros 1600, al mando del coronel Bolognesi, con 20 cañones, estaban resueltos a defender con su vida cada trazo del suelo patrio. La proporción de 4 a 1 era grave. Pretender vencer era una utopía, mantener radiante como el sol nuestro honor nacional era una obligación heroica. Bolognesi contestó: DECIDLE A VUESTRO JEFE QUE SIENTO ORGULLO DE MIS OFICIALES QUE TENGO DEBERES SAGRADOS QUE CUMPLIR Y QUE PELEAREMOS HASTA QUEMAR EL ULTIMO CARTUCHO. Al día siguiente, el 7 de junio de 1880, el ejercito chileno emprendió el asalto. Tomaron los cañones y cayó Bolognesi quemando el ultimo cartucho. Alfonso Ugarte se arrojaba al mar para no ver hecha girones el amado bicolor, Inclán Moore, Arias, Varela, Zavala, Saenz Peña, La Torre y otros héroes, volaban a la eternidad. Perdimos, porque vencer era imposible, pero dimos al universo un ejemplo de heroísmo que nadie objeta. No importa que los chilenos hayan ganado Arica, lo importante es que ha quedado incólume el honor nacional, por eso, cuando el clarín de la guerra nos llame a defender nuestra soberanía seguiremos la actitud valerosa de los Héroes de Arica, vivando al Perú. Desde entonces, cada año, en esta misma fecha, nuestras Fuerzas Armadas hacen el juramento de fidelidad a nuestra bandera. Por eso, el 7 de junio también es reconocido como el Día de la Jura de la Bandera. En esta ocasión de relievante patriotismo, estamos comprometidos más que a lanzar palabras, guiados por la enseña roja y blanca que flamea en el mástil de nuestros corazones.

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