jueves, 2 de julio de 2015

CUENTOS PARA NIÑOS

PETER PAN.
En una ciudad lejana vivía Wendy, una niña que todas las noches antes de dormir contaba historias muy divertidas a sus hermanos. Cierta noche, apareció volando el valiente Peter Pan acompañado del hada Campanita para pedirle a Wendy que los acompañara a visitar el País del Nunca Jamás.
Wendy aceptó la invitación y Peter Pan hizo una seña al hada Campanita y ella, con gran agilidad, empezó a revolotear sobre los niños esparciendo un polvo mágico que hizo que pudieran flotar en el aire. ¡Qué maravilloso, estaban volando!, y así partieron muy contentos al País del Nunca Jamás.
Al llegar al País del Nunca Jamás, todos los recibieron muy amigablemente, pero un día el Capitán Garfio y sus piratas se llevaron a Wendy y a sus hermanos con la intención de que ella solo le contara historias a él. El Capitán Garfio era un pirata muy malo y enemigo de Peter Pan.
Como Wendy se negó a contarle historias, el Capitán Garfio quiso lanzarla por la borda, pero en ese instante llegó Peter Pan al rescate acompañado del animal al que Garfio tenía más miedo: el cocodrilo. Al verlo, el Capitán Garfio huyó mientras gritaba ¡no me comas cocodrilo, no me comas!
Wendy y sus hermanos decidieron regresar a casa para que sus padres no se preocuparan, entonces Peter Pan llevó a los niños a su hogar y prometió que las visitaría siempre. Desde entonces, cada noche, Wendy cuenta a sus hermanos las fabulosas aventuras del valiente Peter Pan.

LA SIRENITA.
En el fondo del mar, el rey Tritón celebraba el cumpleaños número quince de una de sus hijas, la princesa Ariel. Ella era una sirenita muy hermosa y además poseía una voz encantadora que deleitaba a todos. Su espíritu era aventurero y lo que más deseaba era conocer el mundo de los humanos.
A las sirenas se les permitía subir a la superficie a partir de los quince años, pero como el rey Tritón quiso regalarle algo especial a Ariel, le dio una pócima mágica para que tuviese piernas y pudiera caminar por la playa. ¡Qué feliz estaba la sirenita de conocer el mundo de los humanos!
La sirenita Ariel nadó muy contenta y cuando llegó a la superficie vio un barco muy grande. Entre todos los marineros del barco, destacaba el apuesto capitán de quien la sirenita se enamoró inmediatamente. Pero de pronto algo pasó, una tormenta levantó grandes olas y azotó el barco hasta hundirlo.
Ariel nadó para salvar al capitán llevándolo hasta la orilla, luego bebió la pócima mágica que le dio su papá y de pronto sus aletas se convirtieron en piernas. La sirenita empezó a contarle al capitán bonitas canciones y tan hermosa era la melodía que el joven se despertó enamorado de su voz.
El capitán y la sirenita Ariel se veían todas las tardes y entre ellos nació el amor. Un día el capitán le pidió que se casara con él y ella aceptó contenta; en cuanto se dieron un beso, Ariel se convirtió en humana. Entonces se celebró una bonita boda y ambos vivieron por siempre felices.

EL RATÓN PÉREZ.
Hace mucho tiempo en un reino lejano vivía un niño príncipe llamado Buby a quien se le cayó su primer diente de leche. Su mamá, la reina, le contó que si los niños buenos dejaban su diente debajo de la almohada, por la noche el ratón de los dientes lo cambiaría por un regalo.
El príncipe Buby dejó muy contento su diente debajo de la almohada y en la noche, cuando el sueño ya le vencía, vio aparecer a un lindo ratón, muy risueño y juguetón que exclamó: "Soy el ratón Pérez, su majestad, y como usted ha sido un niño bueno hoy le traigo un bonito regalo".
Buby era muy curioso por eso le pidió al ratón Pérez que le dejara acompañarlo en sus aventuras. Después de pensarlo, el ratoncito aceptó y pasó su rabo por la nariz de Buby quien al estornudar se convirtió de pronto en un ratoncillo de piel brillante y ojos verdes.
El ratón Pérez llevó al ratoncillo Buby a conocer a los demás niños que vivían en el reino, pero con gran pena vieron que muchos de ellos eran pobres, iban mal vestidos, descalzos y con las caritas de hambre. Buby le dijo al ratón Pérez que ayudaría a todos esos niños.
Al regresar al castillo, Buby se transformó en niño y le contó a su papá lo que había visto. El rey quería mucho a los niños y ordenó que repartieran alimentos y ropa a los niños pobres. Desde entonces, todos vivieron felices y Buby con el ratón Pérez se convirtieron en los mejores amigos.

LA LIEBRE Y LA TORTUGA.
En un bonito bosque de flores de muchos colores vivía una liebre muy vanidosa. Cierto día, la liebre vio una tortuga que caminaba lentamente y de forma burlona le digo: "Oye tortuguita, no corras tanto que te vas a cansar". La tortuga miró a la liebre y le hizo un reto: "Estoy seguro que puedo ganarte en una carrera".
La liebre se sorprendió por el reto de la tortuga, los animalitos que estaban cerca escucharon todo y se quedaron sorprendidos. "¡Cómo una tortuga me puede ganar en una carrera, ja, ja, ja!", exclamó la liebre. Sin embargo, aceptó el reto. Entonces ambos se colocaron al principio del camino para correr.
El búho dio la partida y la liebre salió disparada, dejando a la tortuga muy atrás. Tanta era la distancia entre ellos que la liebre en forma burlona esperaba a la tortuga a que llegara donde estaba él y luego volvía a correr, dejándolo nuevamente atrás.
La liebre, confiando en su rapidez y faltando poco para llegar a la meta, se echó a dormir bajo un árbol. Se quedó tan dormido que no se percató que la tortuga le había pasado. La tortuga iba lento, pero seguro. Tenía confianza en sí mismo y sabía que podía ganar la carrera.

Cuando la liebre despertó se dio con una gran sorpresa, la tortuga ya había llegado a la meta. Todos los animalitos del bosque, muy contentos, alzaron en hombros a la tortuguita entregándole el trofeo como ganador. La liebre, al ver esto, se puso a llorar y aprendió la lección: Nunca debemos subestimar a los demás.