miércoles, 21 de abril de 2010

Origen de los Incas


El origen del imperio del Tahuantinsuyo se explica con dos leyendas, escritas por los cronistas: Juan de Betanzos y Garcilazo de la Vega.
LA LEYENDA DE LOS HERMANOS AYAR.
En la gran montaña Pacaritambo ( al noroeste de Cuzco) tras una gran diluvio nacieron los Hermanos Ayar. En la montaña llamada Tampu Tocco, partieron cuatro jóvenes con sus respectivas esposas, Ayar Manco y Mama Ocllo, Ayar Cachi y Mama Cora, Ayar Uchu y Mama Rahua y finalmente Ayar Auca y Mama Huaco.
Los hermanos Ayar al contemplar la pobreza y de sus tierras, enprendieron un viaje en búsqueda de un lugar más fértil, partieron junto a diez familias más hacia el sudeste. El primer problema surgió cuando Ayar Cachi tubo un altercado con sus demás hermanos y quisieron matarlo, y los ordenó a regresar a las cuevas de Pacarina a buscar semillas y agua. Ayar Cachi con su sirviente que lo acompañaba entraron a la cueva de Capac Tocco y la selló con una gran roca y nunca más salió.
Los demás siguieron su camino y encontraron un ídolo de piedra, al que le temieron y respetaron pero Ayar Uchu saltó sobre las espaldas de la estatua de piedra, y quedó instantáneamente petrificado, el resto de sus hermanos siguieron su camino y en el trascurso del viaje Ayar Auca fue convirtiendose en estatua y quedó petrificado en la Pampa del Sol. El único hermano restante Ayar Manco, llegó a Cuzco y encontró buenas tierras, hundió su bastón de oro, y así fundó una ciudad con el nombre de su Dios Wiracocha y en el nombre del Sol, esta ciudad se llamo Cuzco (ombligo en quechua) y se convirtió en la capital del Tahuantinsuyo, el comienzo de Imperio Inca.

LA LEYENDA DE MANCO CAPAC Y MAMA OCLLO.
El sol, viendo el estado penoso de los hombres, creó una pareja: Manco Capac el varón y Mama Ocllo, su esposa; les colocó un cetro de oro y les ordenó ir por el mundo para civilizar a los pobladores. Les encargó fundar un reino, e implantar en él el culto al sol.

Manco Capac y Mama Ocllo salieron de las espumas del Lago Titicaca en la Isla del Sol (Bolivia), y avanzaron hacia el norte. El cetro de oro les serviría para encontrar el lugar ideal para la fundación del Imperio, pues en él se hundiría el bastón hasta desaparecer.

Decidieron separarse, marchando Manco Capac al norte y Mama Ocllo al sur del valle, para convocar a la gente y someterla. Los habitantes de todo el valle no tardaron en reconocerlos como seres sobrenaturales. Después de un largo recorrido, el cetro se hundió en el cerro Huanacauri. Manco Capac y Mama Ocllo se establecieron allí.

Manco Capac mandó a los que estaban con él instalarse en la parte alta del valle, que se llamó Hanan Cuzco; y Mama Ocllo colocó a los suyos en la pare baja o Hurin Cuzco. Ambos ayudaron a mejorar el lugar; enseñaron a los hombres que allí vivían a trabajar la tierra, a construir canales. A las mujeres Mama Ocllo les enseñó a hacer coser, cocinar y hacer.
Cuenta la leyenda, que el dios Sol, compadecido del estado de barbarie que vivían los pueblos, envió a sus hijos; nacidos de las espumas del lago, Manco Capac y Mama Ocllo, con el fin de civilizar y enseñar a los hombres.
Les entregó entonces una barretilla, encargándoles que por donde fueran buscaran introducirla en el suelo y que el sitio donde se hundiera designaría el lugar donde debía fundarse la capital de un su imperio.
Obedeciendo el mandato divino, la pareja salió de una de las islas del lago Titicaca, “hoy llamada Isla del Sol” y se dirigió hacia el norte en busca del sitio donde establecerían la cuidad imperial. Después de varios días de viaje y de hincar infructuosamente el suelo, llegaron al cerro Huanacaure y allá la barretilla se hundió al primer golpe. Entonces, en ese lugar, Manco Capac y Mama Ocllo fundaron la capital del Imperio Incaico, Cumpliendo con su misión.
Manco Capac enseño a los hombres los secretos de la agricultura como el cultivo de la tierra, el sembrío de las semillas y la fabricación de instrumentos necesarios para dichas faenas. También les enseñó a construir sus casas, caminos y acueductos. Mama Ocllo, por su parte, enseñó a las mujeres a hilar y a tejer, a confeccionar vestidos y realizar labores domésticas, como cocinar, lavar, etc.
Y así, según esta leyenda, empezó la civilización de los incas. Más hay otra igualmente bella, acerca del origen del Imperio Incaico. La cual contaré en la siguiente publicación.

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